20060618

El artista es un perro y sus cuadros valen 2.000 dólares

Con sus cuadros abstractos y furiosos, sus momentos de intensa producción y sus ganas de reconocimiento, Tillamook Cheddar podría ser una artista neoyorquina típica. Si no fuera porque Tillie es un perro.

Tranquila a diario, fogosa en la creación -según su entorno, el pequeño Jack Russell terrier blanco de orejas negras ha producido en unos años cientos de obras, exponiendo en Bélgica y en Holanda.

"Tillie tenía seis meses", se acuerda su dueño, Bowman Hastie. "Yo escribía cuando ella se puso a rasgar mi página. Vi que dejaba trazos, y tuve una idea con el papel carbón. Puse una hoja de este papel sobre otra normal y se la dejé. Después de varios minutos levanté el papel. No salía de mi asombro: se había formado una imagen", asegura.

Desde entonces, este escritor de 37 años de edad se ha convertido en "asistente del artista".

Varias veces a la semana, en su apartamento de Brooklyn, prepara el trabajo en el suelo: una superposición de papeles, con una hoja plastificada untada con pintura. Y el cuadrúpedo puede entonces lanzarse a trabajar.

"Trabaja con sus dientes, sus patas. Hace impresiones, agujeros... Cuanto más trabaja, más se precisa su estilo", afirma Hastie. Un cuadro monocromo le lleva alrededor de una hora de trabajo.

El resultado: paneles atravesados por rayas coloreadas con restos de mordiscos a menudo en los lades. Coste de compra: de 700 a 2.000 dólares la pieza (uno acaba de venderse por 1.700 euros en Bélgica, dice Hastie).

Desde que Tillie expusiera en Nueva York, Amsterdam o Ibiza en verano, su dueño afirma que ha vendido un centenar de obras. "Pero todavía no puedo vivir de ella", añade el escritor. "Esperemos que eso llegue pronto", confía.

Tillamook, o Tillie, que debe su nombre a una marca de queso, "porque adora el queso", dice Bowman, comercializa también productos derivados: camisetas, bolsos y alimentos caninos embalados en tiradas limitadas de las obras de la artista. Un saco de 2,3 kilos cuesta 100 dólares.

"Es la comida más cara del mundo, así que se vende poco", admite Bowman, "pero es un medio de hacer accesible su trabajo a la gente que no tiene medios", concluye.

El perro ha colaborado con artistas como Ryan McGinness o Tom Sachs y su aventura hace rechinar los dientes del mundo del arte.

"El arte no es un reflejo, debe tener una intención, comunicar alguna cosa", dice Monroe Denton, crítico y profesor de la Escuela de Artes Visuales de Nueva York. Para Denton, comprar este tipo de obras "es pervertir el arte abstracto". "como cuando la gente dice a propósito de un cuadro 'mi hijo podría hacer algo parecido'. Es un punto de vista reaccionario".

Denton no está muy sorprendido por el éxito canino: "Una gran parte del arte, incluido el arte realizado por los artistas, quiere que se hable de él ahora. Mis estudiantes quieren saber cómo llegar a salir en los periódicos. Pero no es así como un artista se desarrolla".

Bowman Hastie es consciente del escepticismo y responde sin emoción: "Mucha gente ve mal la idea de que un perro pueda ser un artista. Pero cuando tienen la oportunidad de ver a Tillie trabajar, quedan convencidos".

En esta galería de Soho donde uno de sus cuadros está en venta, Hastie posa con su perra, de siete años de edad. "Creo que Tillie, si Dios quiere, vivirá al menos 10 años... Y cuando ella desaparezca, creo que los precios aumentarán".

Pero Tillie tiene descendencia: Doc, que tiene un año. Pero no parece interesado por la pintura. "Su talento sin duda es otro", dice Hastie.

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