20121116
Un día con Sasha Grey en Getafe
Un día con Sasha Grey en Getafe
Aunque muchos no lo sepan, Getafe es ahora mismo el lugar en el que hay que estar. Allí, en un polígono industrial a la sombra del monumental Sagrado Corazón de Jesús, Sasha Grey graba una película. Tan extraño. Y ahora, si no sabe de qué hablamos, teclee en Google "Cerro de los Ángeles". Y ahora, "Sasha Grey". ¿Cómo se queda?
La película se titula 'Open windows' y la dirige Nacho Vigalondo. Un momento, ¿acaso se ha pasado el director de 'Los cronocrímenes' y de 'Extraterrestre' al porno (en efecto, era esto)? "No, es un thriller", dice justo después de dar tres brincos en la silla y un instante antes de salir corriendo a dar instrucciones (o algo parecido) al foquista. en realidad, todas las acciones discurren a la vez, pero para describirlas no queda más remedio que ponerlas una detrás de otra. Intensidad de rodaje.
La cinta cuenta, o contará cuando esté terminada, una historia encerrada en el universo ya inabarcable de la pantalla, cualquiera de ellas. Tanto da que sea la de un ordenador, la de un móvil o la de una tableta. En definitiva, ahí vivimos. Y, si nadie lo remedia, para siempre.
Si se quiere saber el género, estamos delante de una readaptación particular, modernizada y profundamente extraña de cualquier película que Hitchcock dejara apuntada en una servilleta tras una sobremesa de, por ejemplo, pacharán. Ya se ha dicho, es 'suspense' (no necesariamente ebrio). Y, en consecuencia, tiene todo lo que suele tener algo así: su guapa atormentada, Sasha; su héroe (o no tanto), Elijah Wood; y su villano, el actor británico Neil Maskell (si han visto 'Kill list' de Ben Wheatley, se pueden hacer una idea del grado de maldad que puede atesorar una mirada inocente). Aunque, tratándose de Vigalondo y su obsesión por enredar, nada está destinado a ser lo que parece. Y hasta aquí se puede leer.
Ocultaciones e identidades
Si la curiosidad va más lejos, que todo puede ser, entonces la cosa se complica. "De alguna manera, también es una reflexión sobre la identidad en nuestros días", dice profundo y serio, como suelen ser ellos, el productor Enrique López Lavigne. Y, en efecto, la película hace pie, explícita o implícitamente, en el juego de mentiras, verdades a medias, ocultaciones y desdobles interesados de un universo contemplado desde la mirilla de la Red.
"Somos una sociedad de mirones", comenta al respecto la propia Sasha. "De alguna manera, el asunto que trata la cinta está muy relacionado conmigo y con mi trabajo en el porno. He sufrido el acoso de muchos de mis admiradores y sé lo que significa ser un personaje muy buscado en internet". Y dicho lo cual vuelve al trabajo. "La película se plantea quiénes somos en un mundo en el que es fácil esconderse en un avatar, en un nombre falso", continúa a su lado el director.
Pero si conocer el reparto, el asunto y hasta el sentido de todo esto tampoco calma la sed de saber, entonces no queda otra que asomarse a la pantalla. En ese momento, tal vez, se puede llegar a entender la gravedad de la dolencia. 'Open windows' está planteada como una de esas películas 'found footage' (metraje encontrado) entregadas al esquinado y siempre mareante trabajo de confundir realidad y ficción. Piense en 'El proyecto de la bruja de Blair', en 'REC' o en 'Cloverfield. Monstruoso'.
El espectador verá sobre la pantalla del cine lo que presencia cuando se sienta delante de un ordenador: el mundo contemplado desde todas las ventanas posibles y abiertas que facilita la vida moderna. De ahí, el título; de ahí 'Open windows'. Y es desde aquí, desde la óptica fracturada de nuestro presente desde donde un nuevo James Stewart de 'La ventana indiscreta' aprende del ridículo de su existencia de espectador paralizado en una silla de ruedas. De un lado, el mirón (cualquiera de nosotros), del otro, el deseo (el mundo).
Adiós al porno
Sasha Grey, obviamente, es el objeto de deseo. En la película y fuera de ella. Ella presume, por ello, de saberse "un producto". "Siempre he dejado claro", manifestaba recientemente, "que cuando me metí en la industria del porno sabía que yo era una mercancía". Contundente. Y es ese aplomo encerrado en un cuerpo frágil, menudo y con frío, lo que hace de ella algo excepcional. Lo demás, vistas algunas de sus escenas, también.
Y es peculiar porque cuando anunció en 2011 que dejaría el porno ("Es, precisamente, internet el que está acabando con la industria"), pronto encauzó su carrera profesional por los más diversos y fructíferos caminos. Tras trabajar con Steven Soderbergh en 'The girlfriend experience', hizo otro tanto en la televisión (séptima temporada de 'El séquito', haciendo de sí misma), en la fotografía (el libro de autorretratos 'Neü Sex') y hasta en la literatura: dice que está trabajando en una novela de corte erótico.
Excesivo quizá. De hecho, todo en ella se antoja desproporcionado. Más de 200 títulos (han leído bien) se amontonan en una filmografía radical y evidentemente salvaje. Ahora pruebe a teclear de nuevo su nombre en Google. Asegúrese antes, eso sí, de que está solo. Sorprendente. Pues bien, desde hace poco más de una semana, esta mujer madruga todos los días para encaminarse hasta Getafe. Dice que le gusta Madrid y describe como un "loco increíble" a su director Nacho Vigalondo. Luego cuenta la primera vez que se encontraron en un bar director y actriz donde el primero perdió la cartera (y quizá algo más)... pero eso es otra historia.
De momento, aún quedan un par de semanas más a la vera del Sagrado Corazón de Jesús y otra más en Austin (Texas) para una producción de poco menos de tres millones de presupuesto y en la que se ven involucrados las productoras Apaches, Antena 3 y Wild Bunch. Así las cosas, a la espera de que 'Open windows' abra las ventanas al público, queda Getafe. Getafe y Sasha Grey. Tan extraño.
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