Ranking de errores comunes en castellano
 
Que el castellano es uno de los idiomas más complicados de dominar del mundo
 no es algo que nadie ponga en duda. Nuestro extenso vocabulario, del 
que ni siquiera la mayoría de los castellanoparlantes dominamos más de 
1000 palabras, y nuestra gramática, con más excepciones, trampas y zonas
 oscuras que nuestro sistema judicial hacen que, para cualquier 
extranjero, la tarea de aprender y dominar el castellano tenga un nivel 
de dificultad similar al de averiguar qué puerta era la verdadera en 
aquella prueba de ‘Humor Amarillo’ en el que todo el mundo acababa con 
un traumatismo craneoencefálico.
 
Sin embargo, no es solo al foráneo con inquietudes al que se le resiste el idioma de Cervantes. Los propios nativos seguimos teniendo más de un problema
 con nuestro idioma, y van mucho más allá de por qué “untar” no lleva 
hache cuando es obvio que, claramente, debería. Con toda seguridad, es 
la gramática la que más dificultades nos presenta –porque como hemos 
dicho, el vocabulario es tan amplio que, si te inventas un par de 
palabritas, nadie se va a dar cuenta- y por eso hemos decidido reunir de
 “mejor” a “peor” algunos de los errores que cometemos con mayor frecuencia en este campo. Tomad nota y empezad a corregir en Twitter, que es lo más bonito de aprender.
 
 11. Iros
¿Es un error a medias? No, gramaticalmente es un error de garrafón 
porque la segunda persona del plural del imperativo de “irse” es “idos”.
 Pero seamos sinceros, la forma incorrecta se ha extendido tanto que la 
correcta queda rara y un poquito de pedante niñopatada. ¿Si todos tus 
amigos se tiran de un puente tú te tiras? Pues no, pero lo cierto es que
 si os tiráis cincuenta personas se nota un poco menos que tú estás 
loco. Pues aquí igual.
 
 10. Pedir ayuda para
En 2002, durante el transcurso de ‘Operación Triunfo’, Carlos Lozano, el
 presentador, decía lo siguiente: “Podemos ayudar a esa gente que 
necesita ayuda para la droga, ¿no?”. No es mi intención cuestionar la 
moralidad o no de la petición de Carlos, pero es más fácil pensar que, 
en lugar de una especie de crowdfunding del vicio, lo que él quería era 
ayuda contra la droga. Lo mismo pasa con esas “asociaciones para el 
cáncer” con intenciones mucho menos siniestras de lo que cualquiera 
podría imaginar.
 
 9. …
Chicos, tenemos que hablar. No sois adolescentes de 15 años escribiendo 
en vuestro diario. Por lo menos, no siempre. Los puntos suspensivos no 
sirven para dar un aire misterioso a todo lo que queráis transmitir. A 
veces hay que concretar aunque os fastidie. ¿Cómo os sentaría que 
vuestra novia os dejara notas del tipo “He salido a comprar el pan…”? ¿A
 que acojona? ¿Qué ha ido a hacer? ¡Si además ella no come pan! En fin, 
que estos tres puntos (porque son tres; ni dos, ni cuatro, ni doce) no 
sustituyen al punto final. Basta ya…
 
 8. Enero, Martes, Primavera
Una cosa que le gusta mucho a la gente en redes sociales es dar la 
bienvenida a los meses o a las estaciones como si fueran una suerte de 
Mr. Marshall. Cada uno tiene sus cositas… como el castellano, en el que 
se escriben los nombres de días, meses y estaciones con minúscula, a 
excepción de los casos en los que la puntuación lo exija (comienzo de un
 texto, tras puntos suspensivos, etc.), así que ese “¡Hola, Privamera!” 
no es más que un saludo al hada hermana de Fauna y Flora.
 
 7. Súper
Supermán, que era fortísimo y podía tirar muros y volver atrás en el 
tiempo dándole vueltas a la Tierra, no lo separaba, pero la gente, por 
alguna razón, siente la necesidad irremisible de escribirlo separado. Si
 eres superdetallista, te acordarás de que, cada vez que pongas “súper 
majo” te estarás refiriendo a un Carrefour que se porta muy bien con la 
gente y siempre saluda. Y ya sabes que los que siempre saludan después 
son supermalos.
 
 6. Prótasis del condicional simple o pospretérito
Cierto que con este nombre parece más una inflamación de vesícula que un
 error gramatical, por eso es normal creer que si le habrían puesto otro
 nombre, habría más gente al tanto de este error. ¿Habéis visto lo que 
he hecho ahí? Pues justo eso es de lo que estamos hablando. Si os 
hubierais fijado, sabríais de lo que estoy hablando.
 
 5. Coma del vocativo
Suponiendo que no sepas lo que es y que seas una persona normal y 
trabajadora que manda al día, mínimo, unos tres mails, resulta que estás
 cometiendo este error un mínimo de tres veces al día. Cuando nos 
dirigimos al interlocutor, hay que separar su nombre por una (o dos) 
comas, queridos lectores. Así ese “Hola María” debería ser “Hola, María”
 al igual que decimos “por favor, señora Aguirre, bájese del coche”.
 
 4. Habían un millón de personas
Seguramente, si había un millón de personas era según fuentes oficiales.
 Ya sabemos que según la policía habría tres y una escoba. Pero sea como
 sea, cuando el verbo “haber” funciona como impersonal, siempre lo hace 
en tercera persona del singular. Y la “n” sobra.
 
 3. Tú contestastes que no
Esto lo decía Mecano en la ‘La fuerza del destino’, y no seré yo quien 
lleve la contraria a Mecano en nada, ni siquiera en lo de la marcha en 
Nueva York y los jamones de York. Pero la RAE sí que tiene que decirles 
que la segunda persona del singular del pretérito perfecto simple de 
indicativo no acaba en  “s”. Al igual que le pasa a la de imperativo. 
Aunque todo esto carece de sentido si la que habla es María José 
Cantudo.
 
 2. ¡Correr, insensatos!
Si Gandalf el Blanco hubiera exclamado eso, probablemente seguiría 
siendo Gandalf el Gris o incluso lo habrían rebajado a Gandalf el Gris 
muy oscuro, que es un nombre mucho menos sonoro. Los imperativos no se 
forman con el verbo en infinitivo, por mucho que esa “d” final le dé 
alergia a muchos.
 
 1. A ver / Haber
No hay duda de que es el rey de los errores en castellano. Uno de esos 
que hacen que te sangren los ojos y des pasos hacia atrás alejándote de 
su autor sin importar qué hay a tus espaldas. De los que, si lo escribe 
tu novia, provocan no sólo una ruptura, sino un cambio de país y 
probablemente de identidad. Y a ver, no va a haber nadie que te lo pueda
 recriminar.
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