El frigorífico, electrodoméstico vital en Cuba, es centro de un homenaje que rinden 54 artistas locales al "frío" en un ambiente de nostalgia, pero con mucho ingenio, fino humor y belleza plástica, en una exposición en el corazón de La Habana Vieja.
Se trata de 'Manual de Instrucciones', una muestra inaugurada el sábado en el antiguo Convento de Santa Clara, dentro de la programación de la IX Bienal, que se desarrolla en la capital cubana.
Durante un año, renombradas figuras como Alexis Leyva (Kcho), Zaida del Río, Flota Fong, Roberto Fabelo, Nelson Domínguez, y otros más jóvenes como el también actor Jorge Perugorría, trabajaron sobre aparatos de las décadas de los 40 y 50, de fabricación estadounidense, jubilados por la política de ahorro energético del Gobierno cubano.
"Frente a lo ya proclamado infuncional, la mirada del artista, el sesgo que simboliza para los próximos días: la posible eternidad", dijeron los cuidadores de la exposición.
Precisamente Perugorría trabajó sobre Rocco, el aparato con que dialogara su personaje en el filme 'Fresa y Chocolate', al que tendió como un ataúd, colocó la máquina bajo un cristal en la puerta del congelador, a manera de rostro del cadáver, y lo vistió con un sudario y flores.
"Compañero Rocco, donde quiera que estés ahora, que llegue a ti nuestro agradecimiento por todos tus desvelos y nuestro más sentido pésame para que de una vez y por todas !descanses en paz!", dice el epitafio.
Para los cubanos, acostumbrados a las vicisitudes y la escasez, el refrigerador no es sólo el aparato que permite enfriar el agua con la cual combatir los fuertes calores; es el colega, cómplice, que preserva los alimentos "resueltos" de alguna manera para asegurar el mañana.
"Aquí (en Cuba) significa más el refrigerador, aquí nos define, nos delata como individuos, como seres que somos: con virtudes y defectos. El refrigerador es la frontera que nos distingue", dicen con humor los comisarios de la muestra.
Un viejo aparato General Electric fue vestido con tela verde y, sobre lo que fuera su "pecho", penden tres medallas. Es el "General Eléctrico" de Alejandro y Esteban Leyva.
Pintado con escenas y mapas de la Guerra Fría por tres de sus lados, otro aparato proclama: "se acabó la Guerra Fría, a gozar con la globalización".
La preocupación de las amas de casa porque los otros miembros de la familia dispongan de algún alimento guardado en el aparato y programado para la comida de los próximos días, llevó en algunos casos a colocar un candado en su puerta.
Esa idea llevó a Eulises Niebla a convertir su refrigerador en un gran candado, con llave y todo, bajo el título 'High Security' ('Alta Seguridad').
La escasez y la búsqueda a veces de algún alimento olvidado para saciar un hambre repentina inspiraron a Liang Domínguez, que pintó ojos por todos los lados del aparato y colocó paja en su interior, en su obra 'Una mirada al vacío'.
Esa misma motivación tuvo Ángel Ramírez para convertir su aparato en un confesionario bajo el título 'Háblame María', mientras Ulises Bretaña hizo del suyo un cuadro con un cerdo crucificado a la manera de Cristo, rodeado con bombillas navideñas, bajo el título de 'Merry Christmas'.
Vicente Rodríguez quizás tomo el sentir general, al convertir su aparato en un verde panteón, que contenía en su interior manzanas y condones y con el epitafio: "a los hermanos caídos en el cumplimiento del sagrado placer".
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