20060601

Crítica de discos: Red Hot Chili Peppers



Hace cuatro años entregaron un trabajo de esos que las grandes discográficas reciben con los brazos abiertos. "By The Way" exprimía la receta del exitoso "Californication" y añadía un poco más de azúcar. Ahora los californianos regresan con "Stadium Arcadium" (Warner, 2006), un disco doble (28 temas) que conjuga sus dos caras más conocidas: el rock-funk vigoroso y los cálidos medios tiempos


A estas alturas Anthony Kiedis, Flea, John Frusciante y Chad Smith están muy lejos de las sensaciones que transmiten las bandas noveles. Con millones de fieles seguidores en todo el mundo, un sonido más que reconocible y síntomas de desorientación creativa, Red Hot Chili Peppers han optado en "Stadium Arcadium" por mantener sus coordenadas habituales. Sí, parece que se han metido en el foso de la madurez. Ellos aseguran que es su obra "más completa y definitiva", pero yo veo más a una banda con pasado esplendoroso y presente vacilante que ahonda en el mimetismo
de su propia obra dando tumbos a sus mejores días.

Por lo pronto, faltan canciones memorables: no hay las dianas melódicas que les hicieron levantar el vuelo en "Californication", y el rock-funk vigoroso de sus primeros trabajos ha bajado algunos escalones. Ante la falta de canciones que soporten el paso del tiempo, quedan momentos de verdadero talento si nos fijamos en la letra pequeña. La guitarra de John Frusciante y el bajo del mítico Flea siguen siendo dos motivos más que suficientes para disfrutar de un álbum de los californianos.

Basta con escuchar temas como 'Make You Feel Better', 'Snow (Hey Oh)', 'Torture Me', 'Strip My Mind' o '21st Century' para ver que, pese a que aquí no encontramos a los Red Hot Chili Peppers más inspirados, estamos ante cuatro excelentes músicos.

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